150.000 personas marchan en Santiago y 500.000 en todo el país, contra la educación de mercado.
Este 9 de agosto, diversos cortes de calles se hicieron notar en distintas partes de la ciudad desde las primeras horas del día (desde las 6:30), antecediendo lo que sería la marcha que partiría desde el frontis de la Universidad de Santiago a las 10:30 horas. En dicha movilización, participaron estudiantes secundarios, estudiantes de educación superior, niños, adultos mayores y trabajadores de distintos gremios (salud, educación, construcción, etc.). Lo mismo ocurría, en las principales ciudades del país: Iquique, Antofagasta, La Serena, Valparaíso, Talca, Chillán, Concepción, Temuco, Valdivia, Puerto Montt, Punta Arenas, entre otras. Según el Gobierno y Carabineros la manifestación no superó las 70.000 personas en Santiago, sin embargo, la imponente manifestación claramente doblaba esta cifra, llegando según los convocantes a aglutinar cerca de 150.000 personas (según los mismos, 500.000 marcharon a nivel nacional). Además, hubo muestras de apoyo a nivel internacional en ciudades de España, Francia, Uruguay y Argentina.
En Santiago, el gran caudal de personas que recorrió un pequeño tramo de La Alameda, Avenida España, Blanco Encalada y Roberto Espinoza, para llegar al Parque Almagro, recibió distintas muestras de apoyo de los habitantes del centro, quienes convidaron vasos de agua, lanzaron agua fría desde los edificios para refrescar la calurosa jornada, colocaron pancartas, dieron gritos de apoyo, etc. Situación que contrastó con la actitud de algunos vecinos del edificio residencial que fue atacado por manifestantes encapuchados, luego de que estos arrojaran platos y objetos contundentes desde sus ventanas hacia la multitud: esto fue lo que detonó la furia de los manifestantes.
Una vez terminada la caminata por las calles aledañas de la principal arteria santiaguina, la cual, por esta ocasión, fue negada para el recorrido de la marcha, distintos grupos decidieron dirigirse a La Alameda para llegar al frontis del palacio presidencial, chocando directamente con las Fuerzas Especiales de Carabineros. En ese momento, se desataron los disturbios y se levantaron las barricadas que cortaban el tránsito vehicular y evitaban el accionar “disuasivo” de la policía. La prensa no tardó –como es de costumbre- en criminalizar la protesta social, buscando dividir el auge de las movilizaciones que cubren el país y que exige como principal demanda: educación pública, gratuita, de calidad y sin lucro para el pueblo en todos los niveles de la enseñanza. Es así, como por televisión, radio y portales de internet, se recalcaron los destrozos a edificios residenciales (y la quema de un automóvil), sin decir que, había quienes se oponían a las manifestaciones -una minoría ínfima-, que lanzó botellas, agua caliente y otros objetos contundentes hacia los manifestantes que se movían entre las calles atestadas de gases lacrimógenos, y donde también se divisó a un policía que dirigía el accionar represivo desde la azotea. El Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, felicitó el actuar policial y señaló que los dirigentes ya no pueden controlar las manifestaciones, las que deben ser depuestas. Por su parte, el subsecretario del interior, Francisco Ubilla, llamó a levantar una mesa de diálogo (eso sí, con sus mezquinos 21 puntos y no con la propuesta del estudiantado) y dejar de lado la manifestación callejera.
En otro aspecto, Laura Ortiz, vocera la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) emplazó al Ministro Bulnes a dar respuesta al petitorio estudiantil, “a no evadir el foco central de las demandas, que es la educación gratuita y la renacionalización del cobre”, -como informó el portal informativo de “El Ciudadano”-.
A las 21:00 horas, se repitió la jornada de cacerolazos en todo el país: Rancagua, Iquique, Valdivia, Chiloé, Santiago, Temuco, Valdivia, Valparaíso, Puerto Montt, Punta Arenas, Copiapó, Rengo, Arica, La Serena y un sinnúmero de lugares. En Santiago se produjeron marchas, cacerolazos, cortes de ruta, barricadas, disturbios e incluso saqueos, en diversas comunas, no tan solo en los sectores más desposeídos, sino también en barrios considerados como de “clase media” (muchos en los cuales habitan familias afectadas directamente por el endeudamiento en la educación superior). Macul, Puente Alto, La Florida, Estación Central, Santiago Centro, Pudahuel, La Granja, San Joaquín, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, Huechuraba, Providencia, La Reina, fueron algunas de las comunas en las cuales la gente salió masivamente a demostrar su descontento. La jornada de protesta social, terminó con 273 detenidos, 23 policías y 16 civiles heridos.
El Gobierno, de manera desesperada busca frenar el amplio movimiento en lucha por la educación. El actual Ministro de Educación, Felipe Bulnes, presentó hoy un plan de “recuperación de clases” para los estudiantes que no quieran perder el año escolar. El plan del ministro plantea 3 salidas, que apuntan a dividir y fraccionar al movimiento que ha mostrado hoy más fuerza que nunca:
1-Aquellos estudiantes que pertenezcan a establecimientos en toma podrán compartir la infraestructura con aquellos establecimientos que no estén en la misma situación.
2-Los estudiantes de escuelas ocupadas, podrán tener clases en “locales alternativos”.
3-Los estudiantes podrán “prepararse solos” en casa y a fin de año dar exámenes libres.
Tras, el rechazo de las medidas que presentó el Gobierno, el ministros de la cartera, declaró que es imposible ceder a todas las aspiraciones del movimiento estudiantil. Por otro lado, en un intento no lejano a las actitudes rompehuelgas del gobierno, la dirigente de la FECH, Camila Vallejo (militante del Partido Comunista), tras la incapacidad del Gobierno y del Congreso, de resolver el problema de la educación, ha llamado a un “Plebiscito” para decidir sobre el futuro de la educación y el resto de las demandas que se levantan en el territorio. Esta medida, apoyada por el Partido Comunista y el Partido Socialista (Concertación), es una salida por arriba, que tendría como finalidad replegar al movimiento, arrancando a las bases su poder organizativo y de decisión.
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