El 25 de agosto pasado los estudiantes del país se durmieron con un sabor amargo y el corazón adolorido. Luego de meses de organizarse, salir a pelear reuniendo a cientos de miles en las calles, con cientos de tomas de liceos y facultades y actividades familiares, la respuesta del gobierno fue una sola: reprimir, golpear, gasear, mojar y profundizar un modelo que hasta el momento, les había entregado ingentes beneficios económicos.
Ese día nuevamente los estudiantes y todos quienes salieron a apoyarnos, vecinos, trabajadores, pobladores, fuimos testigos de la violencia sistemática que el Estado ejerce cuando los intereses del empresariado se ponen en tensión. El resultado fue la muerte del joven Manuel Gutiérrez por balas de Carabineros, en un crimen que hasta el día de hoy se encuentra impune.
Desde ese momento, la lógica del Estado fue una sola. Repetir en cada convocatoria la violencia que vimos en el centro de Santiago el 4 de agosto, negando el permiso a las manifestaciones y buscando desgastar al movimiento apostando al cansancio. Esto para recuperar la iniciativa e impulsar su propia agenda política manteniendo el endeudamiento (aunque ligeramente transformado), profundizando los beneficios al sistema privado en la educación, manteniendo la segregación y profundizando el abandono de la educación “pública”.
Quienes acusan al movimiento estudiantil de intransigente y violento se olvidan de que el 2011 el Estado y los partidos políticos fueron incapaces de responder a una sola de las demandas del movimiento. Ni el lucro, ni la gratuidad, ni el acceso, ni la desigualdad, ni el fortalecimiento de las instituciones estatales, ni la democratización, ni la desmunicipalización, por mencionar algunas, fueron satisfechas. Además, hemos tenido que presenciar el descaro con el que las autoridades de gobierno rechazan la existencia de lucro, mientras en el país estalla el escándalo de la Universidad del Mar, demostrando precisamente que lo dicho por el movimiento estudiantil durante todo el año pasado era cierto.
Los empresarios de la educación no han parado de recibir beneficios durante todo el tiempo que la movilización ha durado, y de hecho han buscado mecanismos para realizar cambios al modelo que les permitieran aumentarlos, como con la reforma tributaria.
Es este contexto el que nos da las luces para comprender el actual ambiente de tensión en el país, con un movimiento estudiantil que pugna por lograr avances en sus demandas mientras los políticos se preparan para las elecciones municipales y ya piensan en las presidenciales del 2013.
Lo cierto es que para lograr avances en torno a los 5 puntos planteados por la CONFECH, la ACES y la CONES de manera unitaria –freno de la agenda parlamentaria del gobierno, plan de fortalecimiento de la educación pública, erradicación del lucro y regulación de calidad, democratización integral y bienestar integral para los estudiantes- es indispensable que el movimiento estudiantil salga masivamente a manifestarse, tal como lo hizo durante las primeras convocatorias de este año.
Esto entendiendo la importancia de conseguir avances estratégicos que permitan configurar un piso a partir del cual profundizar la lucha por la educación gratuita, pública, popular y de calidad, en un momento en el que el gobierno intenta pasar a la ofensiva profundizando el modelo, y la concertación busca oxigenar su alicaída alianza electoral absorbiendo las demandas y las esperanzas de los sectores populares.
Frente a los discursos de buena crianza de la derecha y la concertación, directos culpables de la situación que vivimos, es importante que fortalezcamos nuestras organizaciones, que actuemos como una fuerza en torno a nuestras demandas comunes, asumiendo lo que la historia ya nos ha demostrado desde hace décadas: que es sólo luchando que el pueblo avanza.
Felipe Ramirez
Secretario General de la Fech.
Militante del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL)
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