En Santiago, después de dos jornadas previas de “movilización ilegales”, muy reprimidas, protagonizadas principalmente por estudiantes secundarios, nuevamente volvió la contundencia y la masividad a tomar la calle.
Esta vez, la Intendencia Metropolitana si permitió la realización de una marcha en el centro de Santiago, cuyo recorrido fue desde el frontis de la Usach, virando hacía el sur por Avenida España, hasta llegar a un escenario levantando en la calle Blanco Encalada. En el transcurso de la movilización fueron tomados el Liceo Darío Salas y el Insuco 2, y posteriormente se produjeron algunos enfrentamientos entre manifestantes y carabineros en las afueras de estos liceos, a lo largo y en las inmediaciones de Avenida España, en el barrio República y en algunos sectores de la Alameda. La policía nuevamente utilizó balines de pintura para “marcar” a los jóvenes que se encontraban haciéndoles frente y detuvo a cerca de 200 manifestantes.
Esta vez, la Intendencia Metropolitana si permitió la realización de una marcha en el centro de Santiago, cuyo recorrido fue desde el frontis de la Usach, virando hacía el sur por Avenida España, hasta llegar a un escenario levantando en la calle Blanco Encalada. En el transcurso de la movilización fueron tomados el Liceo Darío Salas y el Insuco 2, y posteriormente se produjeron algunos enfrentamientos entre manifestantes y carabineros en las afueras de estos liceos, a lo largo y en las inmediaciones de Avenida España, en el barrio República y en algunos sectores de la Alameda. La policía nuevamente utilizó balines de pintura para “marcar” a los jóvenes que se encontraban haciéndoles frente y detuvo a cerca de 200 manifestantes.
Este nuevo paro estuvo marcado por las duras críticas al actuar policial en los desalojos de liceos y en las manifestaciones públicas, el cual incluso hizo eco en la prensa internacional, como por ejemplo en el “New York Times”. Las denuncias de reiterada brutalidad policial, vejaciones y torturas a menores secundarios detenidos, abusos sexuales a estudiantes, utilización de balines de metal para dispersar a los manifestantes, han puesto en aprietos y en tela de juicio a la institución con “más credibilidad” del Estado. Muchos también han cuestionado públicamente la impunidad que rodea estos casos y otros pasados (como el asesinato de Manuel Gutiérrez), debido a la jurisdicción exclusiva de los tribunales militares en este tipo de casos.
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