Hemos vivido meses de intensa lucha por la educación, proceso en que se ha demostrado como el movimiento popular comienza a reconstruirse como un actor relevante en el escenario político. Las amplias convocatorias, por las más sentidas demandas del pueblo, deben seguir siendo factores importantes a impulsar para que continuemos en el camino de la lucha. Esta senda, favorablemente, ha conllevado que miles de personas pierdan el miedo y comiencen a ocupar las más diversas formas de manifestación para expresar su descontento.
Como respuesta el Estado, en defensa intransigente de este modelo económico y político de desigualdad, ha hecho sentir su fuerza represiva en diferentes ocasiones y lugares, utilizando dispositivos policiales a diestra y siniestra, sin el menor respeto a los derechos humanos en que supuestamente se sustenta esta democracia representativa.
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Recordemos que en todos estos años de democracia, la represión no ha desaparecido. El Estado ha asesinado, torturado, encarcelado y amedrentado a trabajadores, estudiantes, pobladores y mapuche. También la criminalización y judicialización de la lucha social, por medio de leyes como la “Ley de Seguridad Interior del Estado” y la llamada “Ley Anti-Terrorista”, han sido armas significativas con la cual se ha intentado contrarrestar las luchas sociales, afectando gravemente a personas y organizaciones populares. La lista es larga para mencionarla en este momento. Lo cierto es que no son de extrañar estos últimos sucesos. Los golpes represivos en las últimas semanas han violentado la vida y la integridad de miles de personas que se han manifestado en poblaciones, calles y plazas del país. Es así, como en la madrugada del 25 de agosto, en el marco de la protesta popular convocada para los días 24 y 25, fue asesinado por balas de carabineros el joven Manuel Gutiérrez, en la Población Jaime Eyzaguirre de la comuna de Macul.
Ante este panorama, debemos tener en cuenta que el Estado chileno, de forma consistente a lo largo de su historia, y particularmente desde la Dictadura militar iniciada en 1973, ha perseguido los mismos objetivos: mantener los privilegios de una minoría en desmedro de las necesidades, derechos y legítimas aspiraciones de las mayorías trabajadoras y el pueblo.
¿Qué podemos hacer? Si contener y limitar el avance del movimiento popular es lo que quieren, hay que comenzar a buscar respuestas. Como organización política, pensamos que en primer término debemos impulsar la lucha por la reivindicación de mayores libertades para el pueblo (como el fin a la ley anti terrorista, el término de la prisión política y del accionar represivo policial), y además, paralelamente promover el desarrollo de las capacidades de las bases del propio movimiento popular, abarcando todas las dimensiones de la lucha: la organización y la movilización son imprescindibles, por lo tanto, la implementación de la autodefensa también se torna un eje primordial a tener en cuenta.
Es así, que en este nuevo septiembre, mes de memoria, en que recordamos el Golpe de Estado, a los ejecutados, desaparecidos y torturados por la Dictadura, sentimos que la lucha contra la represión estatal está completamente vigente, y renovamos nuestro compromiso con la búsqueda de un camino hacia una sociedad basada en la libertad, la justicia y la igualdad. De esta forma recordamos a los caídos, que creían en el socialismo, y que seguirán con nosotros mientras la lucha de ellos sea la nuestra, y con ese ánimo, es que afrontamos el presente momento de lucha.
Porque el modelo no cederá: ¡A construir Poder Popular!
¡Por el Socialismo y la Libertad!
¡Arriba las y los que luchan!
Federación Comunista Libertaria
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