martes, 10 de enero de 2012

UN NECESARIO BALANCE DE LA LUCHA ESTUDIANTIL. Luego de un intenso año de luchas. [versión extendida del artículo publicado en solidaridad n°10]


El desarrollo del conflicto estudiantil iniciado en mayo surgió con una tibia instalación del conflicto educativo por parte de la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile) y por una nula respuesta por parte del gobierno, que durante los primeros meses apostó a desconocer la situación de crisis en la educación, desmovilizar al movimiento acusándolo de “ideologizado”, reprimiéndolo duramente y apostando a liderar el proceso de reforma con pomposos anuncios en materia educativa que en los sustantivo no daban respuesta a las demandas estudiantiles. Ante ese escenario, el movimiento apuesta a la movilización directa a través de la toma de liceos y universidades, novedosas formas de protesta y marchas nacionales que desde el 14 de junio comenzaron a copar las calles masivamente (200.000 manifestantes solo en Santiago y 500.000 a nivel nacional).

Ante dicha situación, en primera instancia el gobierno comenzó a ser cercado puesto que el movimiento estudiantil se radicalizó en la profundidad de sus demandas como en sus formas de movilización, concitó amplio apoyo por parte de la sociedad (80% aproximadamente) e instaló el tema del fin del lucro, la gratuidad y el endeudamiento con fuerza en el sentido común de millones de chilenos, víctimas de los estragos del modelo neoliberal de educación basado en la privatización, en el endeudamiento familiar y la focalización de las ayudas estudiantiles a través del sector financiero en las capas populares.
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