martes, 2 de octubre de 2012

La lucha por nuestros recursos, la lucha por nuestro futuro


Las movilizaciones por una educación pública, gratuita, de calidad y al servicio del pueblo volvieron a instalar en el debate social la cuestión del control sobre los recursos estratégicos de nuestro país, que podrían financiar un desarrollo inclusivo y altos niveles de bienestar para las grandes mayorías de Chile.

El cobre, “el sueldo de Chile”, actualmente está controlado en un 70% por grandes empresas. El margen de maniobra de la corporación estatal, Codelco, es pequeño. La obligación de entregar al Estado el total de sus utilidades y la consiguiente obligación que pesa sobre ella de endeudarse para efectuar inversiones productivas la coloca en una situación de desventaja frente a los operadores privados, que acaparan mediante las llamadas “concesiones” los mejores yacimientos.

Ayuda poco a revertir esa tendencia la actitud de sus gestores. El vergonzoso acuerdo entre Anglo American y Codelco por la ex Disputada de Las Condes y el regreso por la puerta grande de Diego Hernández, el hasta ahora presidente de Codelco, al sector privado del cual provenía (concretamente al gigante Antofagasta Minerals del grupo Luksic) son solo una pequeña  muestra de su servilismo hacia el gran capital minero. No defienden con la debida diligencia los intereses generales porque su perspectiva es hacer carrera en las grandes empresas y ser partícipes de sus negocios: Codelco es sólo una plataforma de despegue hacia otros rumbos y para seguir escalando.

Claro que todo ello lo promueve y facilita la actual legislación minera y la participación activa de personeros de la Alianza y de la Concertación en la defensa del actual modelo.


La tónica de reversión del histórico acuerdo de 1971 por el cual se nacionalizó el cobre, comenzada en Dictadura y profundizada en los gobiernos de la Concertación, continúa. No sólo en lo relativo al cobre, sino también a otros sectores estratégicos de nuestra economía.

La aparente negligencia en la gestión de Codelco no es tal, por el contrario se trata de una orientación bien clara, la misma que existe en otros rubros económicos: favorecer el negocio privado mediante la desinversión y el deterioro planificado del sector público.

La actual administración de Piñera ni siquiera disimula su orientación neoliberal y pro-gran empresa como lo hacía la Concertación. Un ejemplo claro de la nula identificación de este gobierno empresarial con los intereses generales es su actitud frente al litio. El litio es uno de los minerales con más proyección de cara al futuro. Se emplea en cada vez más usos industriales, entre ellos en la producción química, en la fabricación de medicamentos o en las baterías eléctricas. Su demanda, así como su precio, está en constante ascenso desde hace años, y Chile cuenta con el 40% de las reservas mundiales de este preciado mineral. En vez de tratarlo con el debido tacto, habida cuenta de su importancia presente y futura, se remata a precio de saldo concesionándolo a largo plazo a privados, a cambio de unas migajas (un 7% de royalty por las ventas). No extraña por tanto que las multinacionales mineras estén relamiéndose ante este pastel que se les está ofreciendo. La figura del Contrato Especial de Operación para la Exploración, Explotación y Beneficios de Yacimientos de Litio es una forma de violar la Constitución, que considera este mineral estratégico y por tanto establece fuertes restricciones a su concesión. No es la primera vez, sin embargo, que se hace esto: en el sector minero es norma y no excepción. No basta con el interés manifestado por los gestores de Codelco de hacerse cargo de una parte de la explotación del litio, quienes ya tienen poca credibilidad, a la vista de la historia reciente, con sus declaraciones de que no se está avanzando hacia el desmantelamiento de la corporación estatal.

Hay que tomar el peso al asunto y asumir que no va a ser el directorio de Codelco ni las actuales dirigencias políticas, ligadas a los intereses del gran capital, quienes tomen en sus manos la defensa del cobre, del litio y del resto de riquezas del país. Será la presión del pueblo organizado la que les obligue a hacerlo o los barra del camino si se niegan a ello. Los trabajadores, tanto de planta como contratistas, de las áreas estratégicas de la economía, tienen un rol muy importante que jugar en este sentido, pero es clave que cuenten con la solidaridad y la movilización de otros sectores, que esa demanda sea levantada como bandera por todas las organizaciones populares.

Tenemos que ser conscientes de que nos falta mucho camino por recorrer. La lucha por la soberanía sobre nuestros recursos naturales y por la construcción de nuestra efectiva independencia es una carrera de fondo en la cual, respecto a otros países sudamericanos, vamos con retraso. Mientras en el continente se avanza en agendas desprivatizadoras y se acelera la integración regional, Chile va a contravía de esta tendencia y sigue regalando sus riquezas, ampliando la brecha entre ricos y pobres (el país real sigue estando lejos del país oficial que tratan de vendernos encuestas mentirosas como la CASEN), y privilegiando la relación desigual y subordinada con el capital financiero transnacional en vez de una relación fraterna y de cooperación con los países de nuestra región.

Sueldos al límite de la subsistencia, salud mercenaria, educación elitista, pensiones de vergüenza para nuestros mayores, transporte caro y degradado, escasez de vivienda asequible, endeudamiento creciente; eso es lo que vivimos cotidianamente mientras bajo nuestros pies se agolpa la riqueza y unos pocos se lucran con ella. Si queremos que Chile deje de ser paraíso para una minoría y penurias para la mayoría, es necesario avanzar en la recuperación del control sobre nuestra riqueza y ponerla al servicio del pueblo chileno. La lucha por la renacionalización del cobre y de otros recursos naturales es clave para el desarrollo social del país.

Manu García

Publicado en el nº13 del periódico comunista libertario "Solidaridad"

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