Jallalla, es una palabra aymara que demuestra esperanza, satisfacción y agradecimiento
por la vida. El siguiente relato es fruto de ese sentimiento, de un largo
proceso de organización popular que no ha estado exento de problemas y errores,
pero que ha mantenido los elementos primordiales de solidaridad y unidad desde
la lucha.
En Arica existen diversos trabajos de base en el ámbito poblacional,
los que están marcados por un fuerte carácter reivindicativo, principalmente en
el tema de vivienda. Pero la realidad de una ciudad bifronteriza es especial,
en cuanto su configuración social y territorial, que se construye principalmente
desde la diversidad. Esta realidad, nos hace pensar el trabajo comunitario
desde una dimensión particular. Los sectores más empobrecidos y superexplotados
de Arica, al igual que en otras ciudades, se encuentran segregados
territorialmente, en lo que se conoce como los cordones de pobreza, a las
afueras de la ciudad.En ese sentido, no hay mucha diferencia con otros territorios;
el caso particular es que la gran mayoría de personas que viven en estos
campamentos son migrantes, provenientes principalmente de Perú y Bolivia con
una fuerte identidad Aymara. Se podría decir que son tres veces explotados: por
su condición de pobres, migrantes e indígenas.Son trabajadores agrícolas o
temporeros, conocen como se mueve el mercado agrícola, tienen herramientas para
trabajar la tierra, pero no tienen propiedad sobre ésta, en definitiva, son
campesinos pobres. Trabajan más de 14 horas diarias, sin ningún seguro social,
por 12 mil pesos el turno. El trabajo comienza a las 6 de la mañana y termina a
las 8 de la noche. Se reúnen todos los días en el Kilómetro 32 del valle de
Azapa alrededor de 300 temporeros. Antes de que salga el sol comienzan a llegar
las camionetas a buscar trabajadores, se negocia el precio del turno y se
concreta el precarizado y extenuante trabajo.
Desde hace algunos años estos trabajadores, han utilizado una de las
herramientas más antiguas para la obtención de una vivienda digna, la toma de
terrenos y autoconstrucción. Comenzaron un proceso de organización y ocuparon
terrenos pertenecientes al Fisco, conformaron diferentes comités, buscaron ser
reconocidos por las instituciones locales y comenzaron el proceso de
postulación para una vivienda a través de los canales formales. Pero a
principios de este año 2012, se aprobó la nueva ley de vivienda que establece un
mínimo de 5 años de residencia definitiva para recién poder postular, esto les cerró
las puertas a la posibilidad de una vivienda acondicionada.La gran mayoría
quedó fuera del proceso, pero encontró en la organización, la herramienta de
mayor importancia para la defensa de su dignidad. El carácter de la mano de
obra trasnacional y el tipo de trabajo precarizado que realizan, nos obliga a
comprender la organización desde una perspectiva continental, recuperando la
identidad de clase, con un fuerte carácter latinoamericano.
En la actualidad la lucha no se desarrolla por la obtención de una
vivienda, sino por mantener el territorio que con mucho esfuerzo han
construido. Ya no piden soluciones al Estado, por el contrario, han encontrado
buenos compañeros en la búsqueda de una vida digna. Ahora las soluciones se
encuentran en ellos mismos y en otros pobladores, que están dispuestos a
trabajar codo a codo por la construcción de una comunidad organizada.
En conjunto con otras organizaciones; Estudiantiles, como el FEL y la Radio
el Grito Estudiantil; de pobladores, como la JJVV de la Población Maipú
oriente, la Biblioteca Popular Elleny Sepúlveda, la Biblioteca Popular Nueva
Esperanza; de iglesias de base, como el Centro de Atención al Migrante de la
Iglesia Metodista y otras organizaciones libertarias como la Unidad Muralista
Luchador Ernesto Miranda (UMLEM), se han levantado operativos de salud,
informativos respecto a la situación migratoria, talleres de genero libertario
y realización de murales en la población.
El
mayor desafío que estamos enfrentando hoy, es el desalojo del Campamento
Pedregal Bajo.Las
negociaciones con las instituciones no dieron buenos frutos y el desalojo “voluntario” impuesto por
el Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) comenzó a desarrollarse el pasado miércoles 21 de noviembre. Las organizaciones
sociales han concentrado su trabajo en apoyar el traslado de los compañeros a
un nuevo territorio, para estos efectos, se contrató de manera colectiva una
retroexcavadora para limpiar un nuevo terreno que se encuentra en el Campamento
Areneros, con la finalidad de que las familias se instalen en este nuevo lugar.
A medida que el desarme de las casas se va desarrollando, nos vamos encontrando
con realidades que los muros no nos dejaban ver, muchos de los pobladores,
principalmente mujeres, guardaban sus cosas entre lágrimas, no tenían idea de a donde se irían, solo lo
hacían por la inercia de ver que alrededor suyo, una a una, las casas de sus
vecinos van desapareciendo.
Frente a esta realidad La
Comunidad Organizada Areneros solidarizó con sus vecinos y les facilitó un
terreno al lado de su población, impulsando la idea de que mientras más seamos
y unidos estemos, mucho más difícil será desalojarnos. Este acto de solidaridad
revive el dicho “Solo el pueblo ayuda al pueblo”. Cuando el nuevo
terreno estuvo pampeado y listo para la construcción, se juntaron todos los
vecinos y organizaciones sociales y challaron la nueva tierra con un ¡Jallalla!
y un ¡Arriba los que Luchan!
Publicado en el nº14 del periódico libertario "Solidaridad"
Muchas felicitaciones compañeros del norte, un relato muy bueno y se nota que hay mucho por hacer. Me alegro que tengan la capcidad de generar una lectura tan importante desde la diversidad compleja que viven por esos lares...
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