viernes, 26 de julio de 2013

Temuco: La lucha del Campamento Línea Férrea Carahue

"Yo le hago un llamado a la gente que se acerque y que luche por sus derechos por que nosotros somos seres humanos y no porque seamos pobres nos van a pasar a llevar, por eso luchen por sus derechos y por lo que quieren tener, por su casa, por sus hijos”
Jhoana Silva, dirigenta del campamento

El campamento existe hace más de 20 años en Temuco y en la actualidad quienes viven en él, son personas que por diversos motivos y en muchos casos forzosamente llegaron a habitarlo, siendo en su mayoría, al igual que en todos los campamentos de Chile, personas consideradas “inhábiles” por el Estado, es decir que no reúnen las condiciones para la postulación a una vivienda, o que bien vieron en el campamento una respuesta inmediata a una necesidad que no puede esperar, espera que suele ser de años en los procesos de postulación a una vivienda. Además, en más de un caso fue el mismo Estado mediante el Municipio quien ha trasladado a este lugar a personas y familias por encontrarse en situación de “vulnerabilidad” o “de calle”.

Una de las particularidades del Campamento es que es de los pocos en Chile que se establece en un sector céntrico y no periférico de la ciudad, donde la mayoría de las personas que lo habitan tienen trabajos ligados al comercio informal o circundante a la Feria Pinto y La Vega.



Plan de erradicación de campamentos, mentira institucional

A nivel nacional, el gobierno ha planteado acabar con los campamentos, implementando una deficiente política de vivienda, cuyos logros son resumidos en cifras y que pretenden avalar el falso discurso exitista de la “lucha contra la pobreza”. En la práctica lo que esta política implica es una mayor inyección de recursos que permite aumentar la cobertura de los subsidios, y donde el erradicar un campamento no pasa necesariamente por dar una solución efectiva a la necesidad de vivienda, sino más bien hacerlos desaparecer en el corto plazo, mediante medidas parche como el subsidio de arriendo, a la espera de vivienda definitiva, y donde los recursos finalmente son aprovechados por las constructoras que se adjudican los proyectos, quienes abaratando costos construyen viviendas precarias, deficientes a nivel estructural y ubicadas muchas veces en las afueras de la ciudad  con nula participación de las y los pobladores. Esto además va ligado a una planificación urbana, que responde a los intereses comerciales e inmobiliarios de quienes invierten, y pretenden aumentar y expandir sus proyectos en el centro de la ciudad, donde no hay cabida a las necesidades sociales, por lo que éstas son relegadas a la periferia, lo que implica menor acceso y un gasto extra en traslados.

Este plan de erradicación, responde a un proceso de intervención articulado desde distintas instituciones, desde el SERVIU, el MINVU, el Municipio y hasta “El Techo”, que mediante una política asistencialista y clientelar, logra incidir en el proceso de organización de las y los pobladores, permitiendo por ejemplo que los comités de vivienda se creen con criterios de puntaje de la ficha social, viendo el problema desde una perspectiva individual, generando dispersión y conflicto entre los mismos vecinos. De esta forma, en este proceso la principal carta y salida inmediata son los subsidios de arriendo que significan una solución transitoria de 3 o 18 meses, donde en varios casos no se les deposita el dinero en la fecha acordada, se acortan los meses de beneficio, etc.

La opción por la unidad y la lucha de las y los pobladores

Es en este momento, ya se ha logrado la dispersión de gran cantidad de pobladores y pobladoras mediante el subsidio de arriendo y por lo tanto el campamento ha reducido en número de familias, quedando quienes no pudieron acceder al “beneficio” o bien no han podido encontrar arriendo por contar con un núcleo familiar numeroso, es cuando empieza a caer la amenaza del desalojo. Es en este contexto donde este grupo de vecinos decide optar por afrontar este proceso desde la unidad, asumiendo el problema de cada uno como el de todos, y la organización como base para defender su derecho a vivienda, más allá de las posibilidades y limitaciones que han impuesto las instituciones. Las y los vecinos, cuentan además con el apoyo de organizaciones como “La Fonola”, quienes desde hace dos años vienen desarrollando actividades en el ámbito cultural, artístico y recreativo con los niños y niñas del lugar, y que también asume esta tarea como suya, apoyando este proceso.

Es a partir del 25 de Marzo, en que se empieza a hacer efectiva, la movilización como  herramienta para visibilizar la problemática y alcanzar soluciones efectivas a los problemas habitacionales de las y los pobladores del campamento. En primer lugar se sostiene que no se busca sólo retrasar el desalojo o salidas alternativas, si no que el conflicto pasa por dar respuesta y vivienda definitiva a la totalidad de las y los vecinos. Mediante cortes de tránsito, protestas fuera del SERVIU, mítines y la difusión constante por diversos medios se ha logrado en primera instancia abrir el diálogo y acceder a avances concretos. Dejando en claro que el desalojo, no es una opción ni se permitirá mientras no den respuesta las exigencias del campamento. Si bien el proceso continúa abierto y el desalojo se va corriendo cada vez más, no se ha conseguido la solución a todos los casos. Se ha tomado conciencia que el permanecer todavía en el campamento y los avances logrados, responden a la opción de luchar, de ser críticos al proceso, de plantear con claridad que es lo que se quiere, y no aceptar las migajas y parches desde las instituciones, lo que da la convicción de seguir adelante y no detenerse ante la intransigencia y prepotencia de las autoridades.

De la reivindicación al fortalecimiento de nuestra lucha

La misma experiencia y la forma de afrontar el conflicto, ha ido forjando un camino en el que se ha sentido la solidaridad de estudiantes, pobladores y organizaciones que han aportado de distintas maneras, encontrándose además con otros campamentos que afrontan los mismos problemas, así como el aprendizaje que implica organizarse, generando iniciativas solidarias como ollas comunes, así como espacios de participación permanente donde la discusión es lo que va dando orientación al proceso y donde los acuerdos y compromisos son respetados. Demostrando en la práctica que es desde la articulación desde el mundo popular  que vamos dando fuerza a estos espacios y vamos creando instancias de organización y construcción que nos plantean desafíos aún mayores.

Hoy sabemos que más allá de la solución concreta a la vivienda como derecho básico, es fundamental la construcción de comunidad y organización desde nosotros mismos, y la articulación con otros sectores, es lo que nos da proyección, nos da la fuerza y la posibilidad de alcanzar lo que necesitamos, de hacer frente a las injusticias que vivimos, y que no solamente se manifiesta en la vivienda, sino también en la salud, en la educación y en el trabajo. Son pasos pequeños pero firmes, en la construcción de nuestra alternativa como pueblo.


Difusión Libertaria Temuco
Publicado en el número de julio de 2013 del periódico libertario "Solidaridad"

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