Hace
más o menos una década un grupo de pobladores y pobladoras, estudiantes y
profesionales, de la comuna de Renca (ubicada al norte del gran Santiago) y también
de otros lugares, tuvo la idea de hacer suyo un espacio abandonado y crear
poquito a poco, un proyecto educativo alternativo, popular y autogestionado.
Muchos pobladores y pobladoras de la comuna asistieron a las clases, frecuentaron más de un taller y aprendieron que el conocimiento se comparte y construye en comunidad. Hostigados por un Municipio tradicionalmente de ultraderecha, asistencialista y clientelista, donde aún son comunes prácticas del período de la Dictadura (matonaje, golpizas, amenazas, etc.) resistieron varios embates judiciales y represivos, injurias y malos ratos, hasta el día en el cual finalmente fueron desalojados y aplastados, literalmente, terminando con años de esfuerzo colectivo.
Sin embargo, a pesar de la destrucción del espacio y la pena e impotencia que esto provocó, también los corazones se llenaron de satisfacción y alegría al ver como la población completa salió a la calle a defender su escuela, apoyados, además, por decenas de compañeras y compañeros de otras organizaciones populares de la comuna que no dudaron en ejercer la solidaridad en aquellos duros días.
Hoy el proyecto continúa, pero en otro lugar, debido a discrepancias con el uso y abuso de algunos que encontraron un nicho fértil en ese espacio. Actualmente, en la intersección de José Miguel Infante con Calle 5, en lo que fuera hace más de 12 años una panadería, y hasta sólo hace medio año atrás una casa okupa, las porfiadas y porfiados compañeros de la “Nueva Escuela” han vuelto a la carga, con más ganas y sueños que antes. De esta interesante experiencia comunitaria, conversamos con Claudio y Ángelo, dos miembros del grupo que da vida al espacio.
Muchos pobladores y pobladoras de la comuna asistieron a las clases, frecuentaron más de un taller y aprendieron que el conocimiento se comparte y construye en comunidad. Hostigados por un Municipio tradicionalmente de ultraderecha, asistencialista y clientelista, donde aún son comunes prácticas del período de la Dictadura (matonaje, golpizas, amenazas, etc.) resistieron varios embates judiciales y represivos, injurias y malos ratos, hasta el día en el cual finalmente fueron desalojados y aplastados, literalmente, terminando con años de esfuerzo colectivo.
Sin embargo, a pesar de la destrucción del espacio y la pena e impotencia que esto provocó, también los corazones se llenaron de satisfacción y alegría al ver como la población completa salió a la calle a defender su escuela, apoyados, además, por decenas de compañeras y compañeros de otras organizaciones populares de la comuna que no dudaron en ejercer la solidaridad en aquellos duros días.
Hoy el proyecto continúa, pero en otro lugar, debido a discrepancias con el uso y abuso de algunos que encontraron un nicho fértil en ese espacio. Actualmente, en la intersección de José Miguel Infante con Calle 5, en lo que fuera hace más de 12 años una panadería, y hasta sólo hace medio año atrás una casa okupa, las porfiadas y porfiados compañeros de la “Nueva Escuela” han vuelto a la carga, con más ganas y sueños que antes. De esta interesante experiencia comunitaria, conversamos con Claudio y Ángelo, dos miembros del grupo que da vida al espacio.
Hace
alrededor de 10 años, a un grupo de personas con ideas políticas, en medio de
una “convivencia”, se les ocurre la idea de crear un proyecto político de
educación popular y alternativa, ya que se estaba viendo la posibilidad de que
la gente de los sectores más marginados pudiese dar “exámenes libres”. De este
modo, se pusieron a trabajar en él y lo llevaron a cabo. En el lugar que eligieron había una escuela
abandonada, que era propiedad de las y los pobladores, que en los 60’s habían
comprado lotes de tierra para levantar su población. Con apoyo de la Junta de
Vecinos, en una Asamblea Extraordinaria de pobladores se presentó el proyecto; a
ellos les gustó y autorizaron a este grupo utilizar el terreno. En un principio
sólo se hacían clases, después con el tiempo y los años, se empezaron a hacer
talleres y más actividades culturales.
La nueva escuela tuvo muchos conflictos con el
Municipio de Renca ¿Nos pueden contar un poco sobre eso? ¿Cómo vivieron el
desalojo de finales del 2012?
En
un principio a la alcaldesa Vicky Barahona no le molestaba el trabajo que se
hacía ahí, e incluso mandó un par de cartas de felicitaciones, lo que entra en
contradicción con lo que vino después que fue una verdadera obsesión por quitarnos
el terreno, primero con la excusa de que se iba a construir un jardín infantil,
cuando ya existe uno, que incluso tiene cupos de sobra y que por lo tanto no
era una necesidad de la comunidad. Cuando “La Nueva Escuela” comenzó a generar
redes, realizar un trabajo más político y de denuncia en la comuna, la cosa
cambió; la experiencia de organización, construcción de comunidad y consciencia
que se estaba dando en la población y en
la comuna, en general, no le convenía a esta alcaldesa de derecha, que tiene un
alcalde subrogante que es un ex CNI. Ahí nosotros pasamos a ser considerados
sus enemigos. Desde el Municipio se entabló un lenguaje de descalificación y
difamación hacia nosotros, llamándonos públicamente “comunistas”, “okupas”,
“delincuentes”, “aprovechadores”, etc. Ellos no quieren que la comunidad se
tome sus espacios, que los vecinos se empoderen, que tengan consciencia y se
organicen.
Sumado
a todo lo expuesto, la Municipalidad se atribuye ser la dueña del terreno, que
es propiedad de pobladores y pobladoras, quienes provenían de varios lugares
(Conchalí, Cerro Navia, Quinta Normal, etc.) que en los 60’s, como comités de
vivienda, compraron juntos lotes de
tierra y armaron su población, con escuela, jardines, plazas, todo bien
consensuado y puesto en los planos de entonces. Luego, en Dictadura todos los
espacios comunitarios pasaron, en forma arbitraria, a ser terrenos municipales,
aunque el registro recién haya sido escrito legalmente en el 2009. Nosotros creemos que igual fue un error
nuestro no tomarle nunca importancia al asunto legal y todo el papeleo que ello
implica, porque quizás se podría haber evitado todo este abuso de la
Municipalidad y que se adueñara de un espacio que pertenece por ética y derecho
a la población, pero también le correspondía a la Junta de Vecinos esa gestión
como representantes de los pobladores.
Las
primeras cartas de desalojo y demandas empezaron a llegar el 2009 y eran dirigidas
a tres personas específicas de nuestra organización, quienes eran parte de la
directiva. Asimismo la Municipalidad envió cartas y comunicados públicos a los
pobladores donde buscaban ponernos mal, claramente, señalando que éramos “cinco
okupas” que nos habíamos tomado un espacio de las y los pobladores, que éramos
delincuentes, que hacíamos actividades subversivas y otras difamaciones.
Nosotros, a su vez, nos apoyamos en la comunidad, manteniendo a las y los
vecinos informados, recolectando firmas de apoyo, haciendo permanentemente “puerta
a puerta” y realizando asambleas periódicas con los vecinos. De este modo, el 2009,
tras la amenaza de destruir el espacio, por parte del Municipio, nos tomamos el
terreno donde funcionaba la escuela por cerca de 6 meses. Además, durante ese período nos tomamos el Municipio,
con un grupo de vecinos y el “Club de adultos mayores Otoño Florido”, y también
nos fuimos en masa a pedir explicaciones a la Junji.
Así,
siguió el hostigamiento, por tres largos años, mientras se seguía trabajando
diariamente en las actividades propias de “La Nueva Escuela” (clases, talleres,
atención en el policlínico) y, además nos coordinábamos con la Junta de Vecinos
para seguir uniendo a las y los pobladores en la lucha por el terreno. Hasta
que llegó, tal cual como en el ’73, el día menos pensado, el violento desalojo
y destrucción del espacio, un día sábado 17 de noviembre del 2012, a las 7:00
de la mañana, con la irrupción de las Fuerzas Especiales de Carabineros. Apenas
llegó la primera micro comenzó la movilización interna en la población y
empezaron a llegar piños de gente de prácticamente toda la comuna de Renca a apoyarnos.
Como a las 9:00 de la mañana se constituyó la jueza y dijo que ella se hacía
presente para cumplir una ley, que era desalojar la escuela, no destruirla. La
Municipalidad llevó engañados a los obreros que tenían que destruir la escuela,
ya que les habían dicho que iban a realizar una remodelación y cuando se dieron
cuenta de lo que tenían que hacer en realidad, tomaron sus cosas y se fueron,
en medio de los aplausos que les daban las y los pobladores ahí reunidos. Los
guardias también iban engañados, puesto que en la Municipalidad les dijeron que iban a cubrir un “evento”. La
Municipalidad quiso sorprendernos con este golpe un fin de semana, pero fueron
ellos los sorprendidos, ya que nunca esperaron que hubiese tanta organización
en la gente, hasta los abuelitos salieron a defender el espacio. Toda la gente que
estudió en la escuela alguna vez estaba presente. Mucha otra gente también
salió a la calle. Cuando entró la retroexcavadora municipal (la otra ya se
había ido) y comenzó a demoler, la rabia en la gente comenzó a crecer y ahí
empezó la pelea dura, que se extendió por cerca de 4 horas, hasta que los pacos
tuvieron que retroceder. Las lacrimógenas eran lanzadas a las casas, al cuerpo
de los pobladores y las fuerzas especiales se fueron cuando ya no tenían que tirarnos;
lanzaron como 90 lacrimógenas. Frente a esto se armó una resistencia, se
levantaron barricadas y continuaban llegando cabros de todas partes a apoyar.
El objetivo de la Municipalidad era sacarnos del espacio, apostar sus guardias
ahí y que todos nosotros nos fuéramos para la casa y chao. Luego que se fueron
los pacos, entre toda la efervescencia que había fuimos a abrir la escuela, en
medio de gritos de “el pueblo unido jamás será vencido”, botamos la reja, los
guardias huyeron y retomamos el espacio, que sin embargo estaba en ruinas, con
casi todo destruido.
¿Qué los llevó a trasladarse de la Población Cerro
Colorado a San Genaro? ¿Cómo ha sido el proceso?
La
verdad es que existían conflictos con algunas personas que habían sido antes de
nuestra organización y que se habían retirado por divergencias con las formas
de hacer y construir nuestro proyecto y que llegaron, supuestamente a apoyar,
pero ya las diferencias se habían hecho
irreconciliables. Después del desalojo y de dos meses de convivencia en la
toma, todo se comienza a agudizar y a traspasar también al plano más político,
ya que este espacio, tan mediático en ese momento, despertó interés y deseos de
figuración de muchos que nunca habíamos visto y de otros que buscaban un
trampolín para intereses propios y partidarios, lo cual no estábamos dispuestos
a permitir. Así tomamos la decisión de
irnos, sabiendo que “La Nueva Escuela” ya había cumplido su trabajo en ese
sector y que, pese a la pena, podíamos construir en otro espacio y sembrar
nuevas semillas. Luego de analizar algunas opciones optamos por recuperar un
espacio que estaba desocupado y que había sido recientemente una casa okupa, la
cual estaba nuevamente abandonada y unos amigos que habían estado en ese
espacio nos invitaron a ocuparla. En medio de un bingo popular en una sede
social, alguien plantea que existe ese dato, nos entusiasmamos y fijamos un día
para ir a abrir la casa. Nos conseguimos las herramientas y a finales de
febrero entramos y nos encontramos con un lugar en muy mal estado; enseguida
empezamos a trabajar de lunes a lunes, desde la mañana hasta la madrugada, fines
de semanas incluidos, para limpiar, pintar y arreglar el espacio.
¿Cómo han sido recibidos por los vecinos y vecinas?
¿Participan, preguntan y asisten?
A
la semana de estar limpiando el espacio, realizamos un “puerta a puerta” donde
le comunicamos a los vecinos de la población que nos estábamos instalando y le
entregamos un volante que resumía nuestra historia y actividades.
Varios
vecinos y vecinas están participando del proceso de nivelación de estudios y
talleres, pero la gente que vive acá no está muy acostumbrada a la organización
popular; para el día de la inauguración nos preguntaban que cuánto valía la
entrada y hasta el día de hoy les cuesta entender que los talleres son
gratuitos. Uno a nivel macro les explica un poco el rollo más político-social y
la verdad es que entienden y se empiezan a entusiasmar. Incluso, hay gente que
ha enganchado con el rollo y se ha ofrecido para hacer talleres, como por
ejemplo “bordado en cinta”.
¿Qué talleres o actividades funcionan con
regularidad en la escuela? ¿Qué otras ideas tienen planeadas implementar en el
corto plazo?
Durante
la semana, de lunes a viernes hacemos alfabetización para la gente que no sabe
leer ni escribir y nivelación de estudios, para ciclos de educación básica y media,
y estamos trabajando en la organización de un Preuniversitario Popular, el cual
debiera comenzar la primera semana de junio. El fin de semana estamos realizando
talleres: computación, manualidades y reciclaje, artesanía, cocina para niños,
guitarra para niños y adultos, bordado en cinta y yoga, por ahora. Además,
estamos levantando nuestro Policlínico Popular, que funcionaba antiguamente en
el otro espacio que ocupábamos. El policlínico aparte de realizar atención
primaria en salud, busca brindar conocimientos en salud preventiva y en
capacitar a monitores y monitoras de salud comunitaria, para atender enfermos
postrados y realizar operativos médicos una vez al mes o cada dos meses.
Por
otra parte, actualmente, estamos trabajando en la profundización del Proyecto Político
de nuestra organización, que es un trabajo bien intenso, porque existe una diversidad
bastante rica de ideas. Como no somos un
grupo cerrado ni sectario esto ha sido un trabajo muy gratificante, ya que es
una construcción colectiva que involucra una amplia gama de puntos de vista
diferentes. También hemos pensado más adelante hacer foros y articularnos con
otras organizaciones de Renca en un Cordón, para empezar a crear algo más grande
entre todos. Para el futuro tenemos la idea de construir una sala de ensayo
para que las bandas locales tengan un espacio donde ensayar. Otro de nuestros
sueños es contar con una radio comunitaria donde difundir nuestro trabajo y
donde otras organizaciones, Juntas de Vecinos y pobladores, en general, puedan
dar a conocer su trabajo, sus experiencias y dar mayor visibilidad a las
problemáticas en la comuna.
¿Cómo se organizan? ¿Bajo qué principios?
Somos
una organización que funciona mediante la autogestión, lo que implica generar
peñas, bingos, rifas, etc., para autosustentarnos. A nosotros no nos financia
nadie, todo lo que tenemos ha sido conseguido por donaciones, por gestiones
internas y por las cuotas que nosotros, como miembros de la organización,
entregamos periódicamente, mes a mes.
En
la práctica cotidiana, aparte de la autogestión, defendemos los principios de
la conciencia y solidaridad de clase, lo que se refleja en el apoyo mutuo entre
nosotros, los pobladores; esos son los pilares o principios transversales de
nuestra organización. Además, nos sustentamos en una participación amplia y
flexible, lo que implica que todo se decide en asamblea, las cuales son
abiertas y en donde cualquiera puede dar su opinión. Nosotros apostamos a construir con los demás y
no sólo para los demás.
Para
terminar, nos gustaría reafirmar una idea que nos refleja mucho y que tenemos escrita
en un lienzo; “creemos que una población organizada, consciente e informada es
capaz de crear hasta lo imposible”. Además les queremos mandar un saludo a
todos los compañeros y compañeras anónimos que han apoyado a “La Nueva Escuela,”
y gritar bien fuerte: "¡Viva
la organización comunitaria!, ¡Viva la
solidaridad de clase! y ¡Arriba las y los que luchan!"
Entrevista realizada por Espartaco Gatti para el periódico libertario "Solidaridad", julio de 2013
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