“Las revueltas en el mundo árabe nos dan esperanza. Las tiranías no durarán toda la eternidad (…) es asunto de tiempo para que les llegue la hora. Y créanme: la ocupación israelí es, de lejos, una de las peores tiranías de la región”
(Gideon Levy, conferencia en Trinity College, Dublín, 9 de Marzo, 2011)
La “Primavera Árabe” está cambiando la cara del Medio Oriente y del Norte de África de maneras insospechadas. Una región, que hasta hace poco era vista a través del velo racista de “occidente” como endémicamente dictatorial, ha decidido ponerse en marcha por su liberación de añejos autoritarismos. Los pueblos en casi todos los países árabes han comenzado a protestar por sus derechos más básicos y por las condiciones de vida, lo cual genera un escenario en el cual nada es sólido y todo aparece maleable, cambiante, fluido. Ya no hay miedo y el silencio no pareciera ser más una opción. Como resulta obvio, ni Palestina ni Israel pueden permanecer indiferentes a los vientos de cambio.
La importancia de la resistencia palestina en el imaginario político de los pueblos árabes movilizados en contra de sus propias tiranías, se pasa frecuentemente por alto en los medios de comunicación de masas. Pero la resistencia palestina es crucial para entender la politización reciente de las masas árabes; ésta es una causa que ha hecho vibrar el corazón de todos los árabes durante décadas, y que ha generado un profundo resentimiento hacia la mayoría de los gobiernos árabes que han colaborado con Israel y han sido cómplices de la ocupación. De hecho, no es casual que tanto en Túnez, como en Jordania, Egipto y Yemen, las protestas populares contra los gobernantes fueran frecuentemente acompañados de representaciones gráficas de los dictadores con estrellas de David y con las franjas y estrellas de la bandera norteamericana. En todo el mundo árabe se corearon cantos denunciando la cobardía de los líderes que han sido cómplices de la opresión palestina. Podríamos decir que la causa palestina representa la quintaesencia del dolor árabe. Pero también representa la escuela más didáctica sobre las iniquidades del sistema para millones de árabes.
leer más
Cuando el dictador egipcio Hosni Mubarak cayó, el 11 de Febrero, el pueblo de Gaza bailó y celebró en las calles toda la noche, como si el triunfo egipcio hubiera sido su propio triunfo. Y en realidad lo era:
“Mubarak para nosotros siempre fue la mano de Israel entre los árabes. Derrocar a Mubarak equivale a derrocar un poco a Israel, por eso vemos la revolución egipcia como un triunfo de los palestinos.”
Así se expresa, Sayed Rian, militante de Abna’a alBalad (Hijos de la Tierra), un movimiento político de base, compuesto fundamentalmente por palestinos residentes en Israel, formado a comienzos de los ’70 y que fue particularmente activo durante las dos Intifadas. Él es originario de un diminuto pueblo cerca de Jaffa, pero reside en Haifa. Nos conocimos en un café en El Cairo y tuvimos la oportunidad de conversar sobre una serie de tópicos que iluminaron los profundos cambios que están comenzando a sentirse en Palestina desde que los egipcios se decidieron a decir “basta” y a ocupar la plaza de Tahrir, precipitando así la caída de la dictadura.
La apertura del cruce de Rafah: el comienzo del fin del bloqueo a Gaza
Todos los opinólogos internacionales adivinaban la importancia que la caída de Mubarak tendría para Palestina. Y a escasos meses de ese acontecimiento, los primeros signos de ese cambio ya han comenzado a manifestarse. El 28 de Abril, el gobierno egipcio anunció la apertura permanente del cruce de Rafah, terminando así el bloqueo medieval y criminal al que se vio sometida la Franja de Gaza desde hace cuatro años por las autoridades de Israel. Según Sayed:
“La apertura de la frontera en Rafah es de una importancia enorme, más allá de lo concreto, de lo material. Esto refleja una transformación muy profunda que llega hasta lo psicológico: este gobierno de transición en Egipto quiere que el pueblo esté con ellos y deben hacer algunas concesiones. Como el pueblo egipcio desea profundamente la liberación palestina, se han visto forzados a ello para complacerles. No es que nos fiemos demasiado, pero este paso tiene un efecto positivo.
Israel ha dicho abiertamente, a través del presidente Shimon Peres, que ellos prefieren las dictaduras en los países árabes, que las dictaduras árabes son buenas para Israel. Ellos, en realidad, temen a la democracia, porque democracia significa la voluntad del pueblo, y la voluntad del pueblo egipcio es la liberación de los palestinos.”
El ex director del Mossad, Danny Yatom, dijo algo parecido cuando empezaron las manifestaciones en Siria. Pese a no ocultar su desprecio por el régimen de Assad, dijo que las actuales movilizaciones eran preocupantes porque amenazaban la “estabilidad” en la región, abriendo un panorama incierto, en el cual podría establecerse un régimen “radical” que sería aún menos deseable en términos estratégicos para Israel. También decía que su preocupación fundamental era evitar que las protestas prendieran con fuerza en Jordania, país vecino de Israel, con el cual comparte la mayor porción de su frontera, cerca de la cual vive la mayor parte de la población israelí. A fin de cuentas, las dictaduras actuales, el status quo, han sido extraordinariamente inofensivas para la hegemonía israelí ¡curiosa manera de razonar de las élites del país que se jacta de ser, supuestamente, la única “democracia” del Medio Oriente!
Sayed retoma el argumento:
“Hay un cambio en el discurso de Israel, están empezando a utilizar palabras nuevas que antes no utilizaban. Ahora dicen que si los árabes se movilizan por su liberación no es algo bueno, que no es conveniente, que es preocupante. Hablan con palabras, ya no con bombas. Antes si se mencionaba la palabra liberación por boca de un árabe, al minuto caía una bomba israelí. Es que estamos hablando de una realidad que ha cambiado –el ejército egipcio es fuerte, son unos 400.000 hombres en armas, y si Israel ataca a Palestina en esta coyuntura, la presión popular de las masas no permitirá al ejército egipcio ser un mero testigo, la reacción de las masas puede precipitar una respuesta. Es lo que creemos, aunque no podamos tener certeza absoluta.
La revolución egipcia significa que el pueblo palestino ahora es más fuerte. Si se les ataca, tendrán al lado al pueblo egipcio que volverá a ocupar la plaza Tahrir y pondrá al gobierno entre la espada y la pared, forzándolo a responder.
Hasta hace un tiempo era impensable que se abriera el cruce de Rafah. La respuesta natural de Israel hubiera sido un bombardeo que habría forzado la continuación del bloqueo de Gaza. Ahora lo lamentan, pero no pueden hacer nada al respecto.”
Los comentaristas israelíes lo saben, y no son pocos quienes en los medios israelíes advierten al gobierno que no realice acciones bélicas de manera irresponsable, porque el panorama cambiando en toda la región y es poco probable que una acción contra Gaza quede sin respuesta. El pueblo en las calles exigiría en todo el mundo árabe acciones militares y es probable que EEUU ya no pudiera parar sanciones a nivel del Consejo de Seguridad de la ONU contra Israel. En marzo, mientras Israel condujo algunos operativos militares en Gaza que asesinaron a 13 palestinos, el ministro de relaciones exteriores egipcio, Nabil al Arabi, advirtió a Israel que no atacara Gaza, de lo contrario, habría consecuencias. Bastó esa advertencia para que Israel, a regañadientes, frenara las operaciones y mostrara mayor cautela que la de costumbre.
El Acuerdo de Fatah-Hamas: ¿“gobierno de unidad nacional” o unidad en la resistencia?
El acuerdo de unidad entre los partidos palestinos Hamas y Fatah sellado esta semana en El Cairo, es otro efecto de la “Primavera Árabe” que ha revitalizado el espíritu de la resistencia. Este acuerdo representa un golpe al espíritu pacificador y conciliador que ha caracterizado al movimiento nacionalista Fatah desde los Acuerdos de Oslo en 1993, cuando se decidió la creación de un Estado Palestino al lado del Estado de Israel, con lo cual nació ese engendro conocido como la Autoridad Palestina, que no es sino una capitanía colonial completamente en manos de Israel y los EEUU. También ha puesto entre la espada y la pared al liderazgo de esa Autoridad Palestina, en manos de los dóciles y entreguistas Salam Fayyad y Mahmoud Abbas, que se caracterizan por las mismas prácticas colaboracionistas con el imperialismo que las de Ben Ali, Hosni Mubarak, Ali Saleh, etc., por la misma corrupción descarada, y por las mismas actitudes matonescas con la disidencia.
Para entender el alcance de este acuerdo, hay que dar un breve repaso a las tensiones entre ambas facciones desde que Hamas ganara por abrumadora mayoría las elecciones de la Autoridad Palestina el 2006. Inmediatamente, los EEUU, Israel y la Unión Europea comenzaron a poner toda clase de objeciones en contra de este indeseado resultado democrático, que dio el gobierno a “terroristas” que no reconocen a “Israel”. El 2007 los matones de Fatah intentarion un golpe de Estado en contra de Hamas, el cual fue patrocinado por Israel y los EEUU, y capitaneado por un mercenario llamado Muhammad Dahlan. Este intento de golpe y toda la estrategia de desestabilización y aislamiento de Hamas, concluyó con la expulsión, en Junio de 2007 de Fatah de la Franja de Gaza, quedando esta facción en “control” la Autoridad Palestina en Cisjordania.
Más recientemente, la naturaleza traidora de la Autoridad Palestina, y de Abbas en particular, fue evidenciada con la publicación por Al Jazeera, en Enero, de una serie de documentos clasificados en los cuales se revela que estaban dispuestos a hacer toda clase de concesiones en torno a Jerusalen, a sacrificar el derecho al retorno de los refugiados, profundizar la “cooperación” en materias de seguridad con Israel, así como se reveló también su complicidad (junto a Mubarak) con la criminal “Operación Plomo Fundido” –los ataques de Israel a Gaza entre Diciembre del 2008 y Enero del 2009 que dejaron por lo menos 1.400 palestinos muertos, la tercera parte de ellos menores de edad.
En medio de creciente presión popular, Abbas no tuvo más opción que avanzar a la unidad con Hamas, rompiendo así el punto muerto para la resistencia alcanzado en el 2007, o enfrentar una nueva Intifada, esta vez en contra de él y su corrupta Autoridad Palestina, la cual ya vivió una fuerte jornada de protestas en Marzo. La caída de Mubarak y los guiños del gobierno de transición egipcio a Hamas, abrieron un espacio favorable para adelantar estas negociaciones y el acuerdo. Obviamente, estas negociaciones no gustaron para nada a Israel. Bibi Netanyahu hizo una velada amenaza a Abbas: “Paz con Hamas, o paz con Israel. La una o la otra; la paz con los dos no es posible”. Pero Abbas, aún cuando prefiera mil veces la paz con Israel (paz que le trae cuantiosos beneficios económicos), no tuvo más opción que hacer la paz con Hamas o exponerse al torbellino libertario que recorre el mundo árabe. En un vuelco retórico, Abbas emplazó en estos días a Israel a elegir entre “la paz o la colonización”.
Sayed, como la mayoría de los palestinos que conozco, no oculta su optmismo, aún cuando sea cauteloso:
“Ni Fatah ni Hamas han cambiado en nada, por lo cual tengo un optimismo moderado, pero creo que esta alianza frenará las negociaciones con Israel, pues ellos jamás negociarían con Hamas. Otro efecto de este acuerdo, será que frenará la cooperación de Fatah con Israel. Este acuerdo obviamente es un producto de la ‘Primavera Árabe’. El pueblo palestino, como es lógico, respeta esta alianza y la apoya, porque entiende que esto es un paso adelante. Mubarak representaba un freno para esta alianza, la cual es posible porque el régimen que hay ahora no puede privilegiar a Fatah.”
Sayed me confiesa que detesta escuchar la palabra “paz”. No porque sea una persona de naturaleza violenta, sino porque siente que el discurso de la paz y la negociación ha servido como excusa para profundizar el saqueo, el despojo y la violencia sistemática contra el pueblo palestino.
“Me molesta escuchar hablar de paz cuando con esto no se entiende que haya justicia social. La paz que quieren Israel y los EEUU es una paz con sangre y flores para la tumba de la resistencia. Ya no es hora de hablar de paz, sino que es hora de hablar de la resistencia. Los palestinos negocian porque se sienten débiles. Negociar las fronteras de 1967 es un insulto, no estamos hablando ni siquiera del 22% del territorio original palestino. Y ni siquiera se habla del tema de los refugiados y de su derecho al retorno. Nadie quiere esta clase de paz.”
Y en realidad esta clase de paz es insostenible, aún para la Autoridad Palestina, siempre más presto a satisfacer todas las crecientemente caprichosas demandas de Israel y EEUU que a servir a la causa de la liberación palestina. La última ronda de esas interminables negociaciones hacia ninguna parte, se quebró a fines del 2010 porque Israel no tuvo voluntad de congelar la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania –pese a que Abbas estaba dispuesto a toda clase de concesiones.
Aún cuando el discurso del gobierno de “Unidad Nacional” sea un antídoto en contra de la conflagración fratricida que consumió a las facciones palestinas (el acuerdo Hamas-Fatah fue suscrito por otras 11 organizaciones de la resistencia palestina), no podemos pasar por alto que esta unidad se está logrando sobre la base de las fronteras de 1967, sobre la aceptación de la existencia futura de dos Estados sectarios, uno palestino y otro judío, y de ese cascarón vacío llamado “Autoridad Palestina” cuyo único rol es administrar, bajo la supervisión de Israel-EEUU, la miseria palestina. Esta “Unidad”, si no se convierte en una unidad orgánica en la resistencia, se puede pronto convertir en un obstáculo para la lucha de liberación palestina.
Esta ocasión debe servir para volver a re pensar el proyecto revolucionario para Palestina y para que los sectores populares busquen la unidad en la resistencia, más allá de los acuerdos superestructurales. Es difícil saber qué pasará, sobretodo con el eventual quiebre de las negociaciones con Israel y con el proyecto de Abbas de lanzar el Estado Palestino en Septiembre. Lo cierto, es que esta unidad, por ahora, permite un espacio político para la movilización desde abajo, en la calle, y probablemente para que este proceso se acompañe de una tercera intifada en contra de la ocupación israelí.
Nada de esto sería posible sin la “Primavera Árabe” lo cual nuevamente viene a demostrar que el destino del pueblo palestino no es disociable del destino del resto de los pueblos de la región.
Según Sayed: “Lo primero que ocurrirá es que, ahora que hay presión desde abajo del pueblo palestino que se sabe y se siente más fuerte, no se reconocerán los acuerdos previos. Esto llevará a que Israel cierre las puertas a las negociaciones, lo cual gatillará la resistencia. George Habash, del Frente Popular para la Liberación de Palestina dijo que el camino a Palestina comenzaba en las diferentes capitales del mundo árabe. Por eso apoyamos de todo corazón la libertad de todos los pueblos árabes, pues sabemos que así también el camino a nuestra propia liberación será un poco más corto”.
José Antonio Gutiérrez D.
6 de Mayo, 2011
Fuente:http://www.anarkismo.net/article/19513
No hay comentarios:
Publicar un comentario