miércoles, 17 de agosto de 2011

¿De la crisis de la educación a la crisis sistémica?


“La realidad en los colegios se impone y nos demuestra que un sistema educativo basado en el mercado, la competencia, la subvención de la demanda, la estandarización del aprendizaje, la culpabilización de los docentes, el lucro con dineros públicos, la selección de estudiantes y la consecuente segmentación educativa ya no da para más. (…) Los jóvenes populares que hoy se movilizan ven ante sus ojos que, el destino inexorable de la marginación y la desigualdad no va cambiar, sin movilización social” (ACES, 2006)


Las movilizaciones estudiantiles aún en desarrollo han instalado con fuerzas en el debate público nacional, un cuestionamiento en profundidad y extensión a la institucionalidad política, económica y cultural hegemónica. Desde una perspectiva social, el movimiento estudiantil chileno se presenta como un catalizador social del descontento popular manifestado en la 1) transversalidad de la base social de apoyo de sus reivindicaciones, 2) en el repertorio de acción política y las formas de manifestación y, sobre todo, 3) la masividad de la protesta social callejera, la pérdida del miedo a los órganos de represión del aparato Estatal y la instalación del desacato a la autoridad vigente. Los ecos de la asonada popular del 4 de agosto entre barricadas, cacerolazos y ataques simbólicos a los centros de explotación económica y social (quema de la multitienda La Polar, ataques a bancos, multinacionales, etc.) pululan con fuerza en el imaginario y en las experiencias de lucha del movimiento popular.
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