Nuevo
paro nacional estudiantil es criminalizado por el gobierno y los medios masivos
de comunicación
Esta nueva convocatoria a paro nacional, en lo que respecta a la capital, no estuvo exenta de duras polémicas, derivadas de la negativa de la Intendencia Metropolitana a conceder permiso para marchar por la Alameda en dirección a la Plaza los Héroes, ruta que pasaría por el frontis de La Moneda. En la previa a la realización del paro, los voceros de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) insistieron que su solicitud fue presentada con bastante antelación –el 26 de julio-, y que ante el “no rotundo” recibido, el único responsable de los incidentes que eventualmente se producirían sería el gobierno regional. De todas maneras, y a pesar de las amenazas de las autoridades, la CONFECH, la ACES y la CONES reafirmaron el llamado a manifestarse siguiendo el recorrido propuesto por ellos, rechazando de plano la “oferta” de la intendenta Cecilia Pérez de movilizarse desde Plaza Italia hasta avenida Grecia o “concentrarse” en el Parque O'Higgins.
Miles de estudiantes y
de adherentes a las demandas del movimiento, lograron concentrarse en la Plaza
Italia y en el Parque Bustamante para marchar “sin permiso” por la principal
arteria capitalina el pasado miércoles 8 de agosto. Apenas la muchedumbre
intentó tomarse la Alameda para avanzar hacia el poniente, el enorme
dispositivo policial montado en el perímetro comenzó a operar. La orden era
dispersar a toda costa la “manifestación ilegal”; una mezcla de palos,
lacrimógenas, agua con químicos e incluso balines de goma disparados al rostro
de los manifestantes, fue el arsenal utilizado por los uniformados. Luego de
este primer choque, muchos retrocedieron y se replegaron hacia el sur por el
Parque Bustamante, produciéndose enfrentamiento con las fuerzas policiales y la
conformación de algunas barricadas, situación que se replicó hasta cerca de las
14:00 horas en varios puntos del centro santiaguino. Al concluir la jornada se
contaban en cerca de un centenar los manifestantes detenidos, acusados de “desordenes
graves”, “daños a la propiedad pública y privada” y “maltrato de obra a carabineros”.
El hecho más resaltado por los medios
masivos de comunicación, fue la quema de 3 buses del Transantiago en las
inmediaciones del Parque Bustamante, perpetrado por manifestantes encapuchados.
Todas las autoridades, de inmediato utilizaron esta acción para criminalizar a
la totalidad del movimiento social que lucha por la educación, descalificando
de paso las más que legítimas demandas esgrimidas por el estudiantado hace más
de un año. Frente a este caso, los abogados de la Intendencia Metropolitana
interpusieron querellas correspondientes por el delito de incendio contra
quienes “resulten responsables”, los que arriesgan una pena máxima de hasta 10
años y un día de prisión. Un estudiante secundario, hasta el momento ha sido el
único detenido por presuntamente haber participado en el hecho ¿Las pruebas?
Según carabineros, el menor traía consigo documentación procedente de uno de
los buses siniestrados y además llevaba consigo una polera de color celeste,
con la que se habría cubierto el rostro. El joven, luego de ser formalizado por
el delito de “incendio” en el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago, quedó con
arresto domiciliario total, a la espera del vencimiento del plazo de
investigación.
En el resto del país, también se
llevaron a cabo marchas y diversas manifestaciones de protesta. En Puerto
Montt, Viña del Mar, Valparaíso, La Serena, Temuco e innumerables ciudades,
pueblos y localidades a lo largo y ancho de Chile, las y los estudiantes junto
al movimiento popular salieron a la calle para exigir cambios de fondo en
materia educacional.
Con el inicio
del segundo semestre han vuelto “las tomas”
A mediados de la semana
anterior, se realizaron las primeras ocupaciones de liceos, impulsadas por sus
estudiantes, debido principalmente a la vista gorda que ha hecho el gobierno y
la clase política en su conjunto de las principales reivindicaciones
enarboladas el año pasado por el conjunto del movimiento estudiantil (fin al
lucro, gratuidad a todos los niveles, etc.) y la entrada a discusión de la
represiva “Ley Hinzpeter”, que entre otras cosas, busca castigar con cárcel a
quienes realicen paros o tomas de establecimientos privados, fiscales o
municipales. En esta situación se encuentra el Liceo Barros Borgoño, el Miguel
de Cervantes, el Darío Salas, el Confederación Suiza y otros más que se
han ido plegando durante las últimas
horas.
La nueva oleada de
tomas que se está impulsando en la capital, ha sido duramente criticada por el
gobierno. El actual Ministro de Educación, Harald Beyer, afirmó que las tomas
lo único que hacen es “perjudicar a la educación pública”. En tanto, los alcaldes
de las comunas en que están proliferando las ocupaciones, han dado plazo hasta
la próxima semana para desalojar los establecimientos.
A
pesar de todo, la lucha continúa
La lucha sigue plenamente vigente, ya que no se han
logrado alcanzar ni siquiera los objetivos parciales del movimiento, ni tampoco
los puntos “mínimos intransables”.
Este año ha estado marcado por la falta de una línea
política clara de los diversos sectores que dan vida al movimiento. El
reformismo (en sus distintas expresiones) ha puesto todas sus fuerzas en las
próximas municipales, dejando en un segundo plano la “cuestión estudiantil”.
Por su parte, la izquierda de intención revolucionaria, ha sido incapaz de
responder a la “coyuntura 2012”, que ha evolucionado de una manera inesperada.
Desde arriba, el gobierno se ha dedicado a aplicar sus
propias medidas en materia educacional, a pesar de la movilización estudiantil,
sin ceder en nada estructural, maquillando su ofensiva anti popular con una
fraseología populista. Todo esto, con la siempre oportuna ayuda de sectores “concertacionistas”
que han dado el visto bueno a sus proyectos de ley en el Parlamento. Es
importante señalar que esta estrategia “legislativa”, ha sido acompañada por provocaciones
y montajes, que buscan reprimir y criminalizar al movimiento estudiantil. Ante
esta ofensiva gubernamental no ha habido respuesta y se ha caído en la provocación
en repetidas ocasiones. Muchos creen que ante la baja en la movilización, la única
salida que queda es aumentar el “efectismo” (lucha callejera, etc.), sin pasar
a implementar ningún tipo de acción que aumente la radicalidad del movimiento
más allá de lo superficial.
El inicial estancamiento del movimiento estudiantil,
paulatinamente está deviniendo en un reflujo a nivel nacional, etapa a la cual
todavía no entra totalmente. En los lugares en donde el reflujo aún no es tan
pronunciado, se está llevando a cabo un giro hacia lo local, que está en vías
de estructurarse de manera más política, lo que sin embargo, responde mayoritariamente
una reacción al callejón sin salida en el que se encuentra el aspecto nacional
de la movilización. Por esto es que debemos hacer hincapié en no caer en la
desesperación, a nivel de definiciones reivindicativas se han hecho avances,
así como en el nivel de la conciencia de amplias capas de la población chilena.
No todo se pierde al no ganar este año, efectivamente hay puertas abiertas en
lo local, así como en perfeccionar las herramientas organizativas con las que
contamos (CONFECH, ACES, etc.). No podemos caer en el pánico inmediatista,
debemos prepararnos pacientemente para continuar avanzado, si no en este año, durante
el próximo, haciendo una fuerte campaña en torno a lo que debe promover la
lucha (aprendiendo de éste y el año pasado), así como en torno a los que nuevamente
nos han vendido en el Congreso.
Frente a la salida “fácil y corta” del reformismo, que
plantea que la solución real del problema en la educación se resuelve en las elecciones
municipales, en las presidenciales, o en el Parlamento, hay que promover la
premisa de que la gran crisis en que se encuentra el sistema educativo solo es
posible resolverla a través del desarrollo del mismo movimiento estudiantil y
en su unidad con otras franjas del pueblo chileno. Asimismo, debemos dejar
establecido que la “marcha”, así como la “toma”, bien empleadas, son las armas
principales con las que cuenta el movimiento, ya que son estas herramientas de
lucha las que generan la presión con la que se consiguen las cosas. Por esta
razón, el clamor de sectores del reformismo por centrarse exclusivamente en el
desarrollo de actividades de corte “ciudadanista”, es contraproducente, ya que
aunque éstas ayudan a “atraer más gente a la causa”, no generan presión por sí
mismas, por lo que es absolutamente necesario que este tipo de actos se
realicen en función de masificar el apoyo a las movilizaciones de masas que sí
presionan y hacen temblar a la clase dominante.
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