El movimiento estudiantil este año a través de la lucha y la movilización social (diversas formas de protesta) no sólo ha cuestionado las lógicas mercantiles consolidadas en el sistema educacional chileno, sino que también se ha constituido como un amplificador del descontento social, generalizando el malestar cotidiano de cientos de chilenos hoy víctimas de las peores consecuencias de los altos índices macroeconómicos y ha canalizado, de manera medianamente esboza, todo ese potencial transformador en una crítica directa a la institucionalidad política, económica, institucional y cultural hegemónica. La narrativa neoliberal ha comenzado a desmontarse: el libre mercado ha derivado en lucro (Educación), las ganancias privadas en estafas (caso La Polar), el crecimiento en desigualdad (índice de distribución de la riqueza). (1)
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En estos más de tres meses de movilización social en la que los estudiantes han sido los actores centrales podemos apreciar como comienza progresivamente la apertura de un nuevo período de movilización social. Uno de sus principales indicios es la masividad histórica de las jornadas de protesta social, la originalidad en las formas de lucha que las ha caracterizado expresadas en un ímpetu movilizador y de protesta y la emergencia de nuevos espacios de construcción política y de organización social: las asambleas territoriales.
Desde hace varias semanas en la Región Metropolitana comenzaron a surgir espontáneamente distintos espacios de coordinación territorial en más de once comunas (2) en los que los efectos históricos de la desmovilización social, producidos por la desafección entre la política institucional -administrada por duopolio político Concertación-coalición- y la sociedad civil comienzan a revertirse. Estos espacios sociales congregan desde juntas de vecinos, centros de estudiantes, federaciones, centros culturales, sindicatos, organizaciones políticas hasta vecinos, dueñas de casas, pobladores, jóvenes y toda la heterogeneidad de actores sociales.
En estos espacios amplios y convergentes se han constituido como las instancias en las que los actores sociales comienzan a participar democráticamente en la construcción de propuestas políticas con marcado acento social y articulatorio entre la iniciativa local y la nacional. Pero también en la definición de iniciativas concretas como solidarizar con los estudiantes en huelga de hambre, la ayuda en el cierre de liceos, marchas locales y actividades culturales por mencionar algunas.
En estas experiencias sociales el pueblo movilizado en calidad de actores políticos, comienza a recuperar progresivamente su capacidad gestora y de decisión política. Es en estos espacios cotidianos de construcción y coordinación donde se comienza a construir desde el aquí y el ahora la posibilidad del mañana a través de las mismas herramientas de poder que el pueblo escoge y construye. En otros términos, es el mismo pueblo en su capacidad creativa que comienza a construir sus espacios de poder político (el Poder Popular), rompiendo el blindaje político institucional y abriendo a través de la misma lucha la posibilidad de la transformación político-social.
En este sentido, hoy más que nunca se hace prioritario que todos los luchadores sociales de ayer y hoy contribuyan con su experiencia y dedicación en la tarea de construir una alternativa política y social efectiva, con vocación de poder y perspectiva de victoria. Para ello es prioritario al menos tener algunas consideraciones que nos permitan potenciar este trabajo, desarrollándolo en una perspectiva estratégica y dotándolo de la consistencia necesaria para vencer:
1) Reconocer que el principal conflicto que atraviese la escena política es el educacional y que, por ende, la posibilidad que como pueblo movilizado triunfemos pasa por el reconocimiento en el actual escenario de la centralidad de dicha lucha, diagnosticando los aspectos que contribuyen a fortalecer políticamente el movimiento estudiantil, la cual pasa por construir Proyecto Educativo desde las experiencia del movimiento social y orientado a los fines y metas que el mismo movimiento social asigne. De esta manera la lucha por una nueva educación se inserta en la lógica de la construcción de una nueva sociedad. Para ello el movimiento estudiantil debe catalizar dicho proceso y la iniciativa de las federaciones universitarias de la VII y VIII región que para este 27 convocan a un Encuentro Nacional para la Construcción de un Proyecto Educativo son un claro ejemplo. De la iniciativa regional a la iniciativa nacional, son los actores sociales mimos lo que construyen y definen la claridad programática de su mismo movimiento.
2) Desde una perspectiva orgánica es necesario ir avanzado en asignar mayores grados de formalización y complejización de las estructuras de organización de las asambleas para impregnarle al trabajo político en red la efectividad necesaria. En ese sentido, el reciente encuentro realizado el sábado 20 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile que convocó a más de once asambleas metropolitanas y algunas asambleas de la V región es un gran avance. Nuestra tarea es potenciar y fortalecer las confianzas fundadas en el trabajo, la seriedad y la responsabilidad colectiva.
3) En el mediano plazo se hace necesario ir avanzando en definiciones programáticas que orienten las distintas luchas sectoriales y globales que pueden eventualmente canalizarse desde estas herramientas políticas.
Hoy cuando el modelo de dominación comienza a fisurar nuestra tarea es construir un movimiento político popular con claridad estratégica programática, con herramientas de poder e instrumentos para vencer. La repercusión histórica de un triunfo en materia educativa allana el camino para que el movimiento social pueda arrancarle al calor de la lucha conquistas democráticas y sociales: la lucha por una educación, salud, trabajo, vivienda como derechos sociales, construyendo una nueva sociedad.
Eme, zeta & ge-Periódico Solidaridad
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